
La historia del I Ching
El "I Ching", o bien el "Libro de las Mutaciones", es el más leído de los cinco Clásicos Chinos. La tradición dice que este libro pudo haber sido escrito por el legendario emperador chino Fu Hsi (2953-
Según la antigua tradición China, el inventor de los ocho trigramas (pa-kua) que representan el fundamento del sistema del I Ching y de los cuales derivan los 64 hexagramas, fue el primer legendario emperador Chino que gobernó entre los años 2852-
La más importante entre sus invenciones es la de los ochos trigramas y la consulta del oráculo por medio de las ramas de milenrama.
El segundo personaje que dio su contribución a la composición del Libro de los Cambios fue Ching Wen.
Conocido como el fundador de
Se le atribuye a Confucio (Kung Tzu, 551-
Confucio escribió diez comentarios sobre este clásico, llamados "Las Diez Alas", transformando un texto de predicciones en una de las mejores obras de la filosofía.
Desde entonces el libro del I Ching fue la inspiración también para los sucesivos taoístas, como Chuang Tzu y Lao Tzu, y para distintos filósofos y científicos.
El occidente conoció este extraordinario libro en 1854, gracias a la traducción de J. Legge, y posterior de Richard Wilhelm.
El I Ching es un texto sapiencial y oracular. Su sabiduría proviene de las observaciones obtenidas por “sabios y santos” de la antigüedad, es decir, por personas que contemplaron, observaron, los ciclos de la tierra, del Cielo, además del comportamiento animal y humano. A partir de ahí obtuvieron deducciones que maximizaron y atribuyeron a todo aquello captable para los sentidos, especialmente para la vida del hombre en la tierra.
Como oráculo, el Libro, simplemente guía al consultante sobre cuál es el mejor camino a seguir en cada momento, en función del estado de conciencia en que se encuentre y del buen o mal momento temporal macro y microcósmico, augurándole ventura, desventura u otras aseveraciones.
Confucio, un sabio filósofo pragmático, conservador, ritualista y jerárquico, conociendo la naturaleza de las cosas, y especialmente del ser humano, dispuso a través de las “Imágenes” los consejos adecuados a seguir en cada caso y en función de la situación en la que uno o algo se encontrará. Expuso vías claras y directas de actuación, sin ambigüedades, y muy vinculadas a la praxis.
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